(Keine Übersetzung vorhanden)

El Maestro

A fines de los ochenta visité Quito sobre todo en los veranos. Mi primer encuentro fue, fuera de mi familia, siempre con mi amigo, „el chanchito“, de quien aprendí lo bello que es vivir. Como dos Quijotes, o como dos Sanchos, o como un Sancho (él) y un Quijote (yo) o como un Sancho (yo) y un Quijote (él), desgranábamos las calles de Quito en busca de entuertos y baratarias.

Esa tarde me llamó para informarme que iríamos a la noche a casa de un amigo suyo que quería hacerme un homenaje. De paso a la dirección deseada se nos junto el amigo Fulano de Tal, quiteño, buen mozo, grande, con corbata y terno obscuro. La reunión era de una docena de personas, yo no conocía a ninguna, tampoco al anfitrión. Gozamos de la cocina criolla, el dueño de casa sobretodo de la bebida criolla. Así, hacia el fin de la reunión el dueño de casa se puso patético e hizo un discurso en honor del Maestro homenajeado.

Adjetivos sucedieron a adjetivos, y de tanto adjetivo creo que se perdió el substantivo. Efectivamente, el dueño de casa dirigió su perorata visiblemente y de manera consecuente y continuada a nuestro amigo Fulano de Tal, buen mozo y grande. El „Chanchito“ pudo aprovechar de un momento de aliento que tomo el dueño de casa para acotar timidamente:

„Vea Rosendito, el Maestro es el chiquito de al lado“.

Freiburg, 11 de abril 2010