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Flash-back Cowell, mayo de 2008

El Tigre domado
(Henry Cowell: California 1897, New York 1965)
En el verano de 1962 un puñado de estudiantes del período de verano de la Eastman School of Music en Rochester, New York, esperábamos con impaciencia la llegada de Henry Cowell, profesor invitado de composición. Apareció un señor de „tercera edad“, de estatura media-pequeña, con cabeza rapada, movimientos cuidadosos, mirada gentil. Durante el mes que siguió se desarrolló un diálogo cálido, un intercambio ágil de ideas y experiencias. Analizó con paciencia y sutileza nuestro borradores. Pero también pudimos escuchar su música. Pues en algún momento le solicitamos ejecutar su famosa composición para piano, „El Tigre“, sobre el poema de William Blake (1757- 1827). Comenzó a tocar, en un lenguaje para nosotros críptico e inusual, para lanzarse luego contra el teclado con puños y codos. Con una furia que contrastaba diametralmente con su gentileza arrancó del piano los sonidos más violentos e histéricos que jamás había escuchado yo. Después de los minutos que tomo la ejecución, tomando momentos para calmarse, nos miró sonriente, retornando a su habitual gentileza. Comprendí entonces estar frente a un elegido, cuya obra e importancia la he ido deshilando poco a poco desde ese verano.
Henry Cowell fue un talento precoz como violinista, pianista y luego como compositor. Su padre fue inmigrante irlandés (quien lo inició en la tradición musical folklórica de su país), su madre novelista. Después del divorcio de sus padres continuó su educación con su madre. En 1914 fue admitido en la Universidad de Berkeley, California, como alumno de Charles Seeger, luego estudió con Leo Ornstein pianista y compositor de ideas radicales, en Nueva York. Inició como pianista una vida intensa de conciertos, que lo llevó también a Europa. (Recuerda Cowell: „Durante mi primer viaje a Europa fui invitado a tocar un recital con mi música, en Leipzig, en 1923. El problema comenzó a pocos minutos de haber empezado yo a tocar. Personas del público me conminaron agriamente a abandonar la ciudad inmediatamente.“)
Hizo una labor fundamental y pionera en el desarrollo de la música nueva y experimental en su país. En 1925 organizó la New Music Society, en 1927 fundó la revista New Music, en 1934 inició la serie discográfica New Music Recordings. Con Carlos Chávez, Edgar Varése y varios otros compositores de vanguardia formó la Asociación Panamericana de Compositores hacia 1928, sociedad que, entre otras activ idades realizó varios conciertos con obras de sus miembros.
Su actividad le relacionó con los espíritus musicales más inquietos de su época: Carl Ruggles, Edgar Varése, Ruth Crawford, George Antheil, Arnold Schoenberg, John Cage, Anton Webern, pero sobre todo con Charles Ives, con quien mantuvo una larga y fructífera amistad. Entre sus discípulos se destacan George Gershwin y Lou Harrison. John Cage recibió de Cowell impulsos inportantes para su formación. En el artículo la „Historia de la música experimental en los Estados Unidos“ de 1959 le dedica Cage un párrafo que comienza con las palabras: „Henry Cowell fue por varios años el ábrete sésamo de la nueva música en América“.
Su principal contribución a la teoría de la composición es su libro „New Musical Resources“ escrito entre 1919 y 1930, una obra aventurera y pionera. El primer capítulo
de la obra („Tone combinations“, Combinaciones sonoras) restituye la importancia de la serie de armónicos como generadora de intervalos y conciencia armónica a través de la historia de la música europea. Sobre todo da base teórica a la utilización del intervalo de segunda menor (base de los „clusters“ en el piano) e intervalos más pequeños, los llamados microtonos. Intuye además la practibilidad de la serie de subarmónicos (espejo de la serie natural de armónicos). Estas ideas hacen ya prever lo que hacia fines de siglo se llamará la „música espectral“. El segundo capítulo („Rhythm“, Ritmo) aplica conceptos de la serie de los ármonicos al ámbito rítmico, creando algo así como un generador de texturas rítmicas . En base a estas ideas concibe, hacia 1930, una (posiblemente la primera) „máquina de ritmos“, el „Ritmicón“, construido por L. Theremin. Para este „instrumento“ escribió Cowell posteriormente varias composiciones. El tercer capítulo („Chord formation“, formación de acordes), sustenta la formación de acordes a partir de intervalos, particularmente de la segunda menor, los llamados „clusters“, asociados comunmente al nombre de Cowell. Toda una generación de compositores progresistas, entre ellos Nancarrow, se nutrieron de estas ideas: se atribuye a éste el calificar al libro como „el texto musical de mayor influencia que he leído“.
Un episodio que nosotros, estudiantes de aquel curso de verano, ignorábamos por completo, parece haber sido central en la vida de Cowell. Si damos crédito a Wikipedia, Cowell fue acusado de bisexualidad y arrestado en 1936. Fue condenado a quince años de prisión, de los cuales sirvió cuatro, hasta 1940 en la „famosa“ prisión de San Quentin en California, de la cual nos informa Wikipedia: „el uso de la tortura como método aprobado de interrogación en San Quentin fue abolido en 1944.“ (Se debería hacer llegar esta información al señor G.W. Bush.) Ya otro tigre, Walt Whitman, el de las barbas, fue acosado por el „horrible pecado que no debe ser mencionado entre cristianos“ (Rufus Wilmot Griswold, crítico de „Hojas de Hierba“).
Cowell llevó una intensa vida musical en la prisión: enseñó a sus compañeros de cárcel, dirigió la banda de la institución, pero sobretodo siguió componiendo a un ritmo intenso: su catálogo sugiere cerca de 60 composiciones creadas durante su vida como prisionero. Por acción de personalidades importantes de la vida cultural nacional e internacional Cowell pudo abandonar San Quentin en 1940. Pero salió roto. Lo domaron. El país de los libres y valientes, „the land of the free and the home of the brave“ le rompió la espalda. Varios testimonios coinciden en corroborarlo. Nancarrow dice en 1947: „Encontré a una persona aterrorizada, que daba la impresión de que lo perseguían.“ Cowell continúa con una intensa vida musical, pero ya no es el radical, el aventurero, el tigre. En 1941 se casa con Sidney Robertson, conjuntamente con quien escribe el libro „Charles Ives y su Música“ publicado en 1955, un estudio emotivo y brillante de la vida y obra de Ives.
Muere en New York en 1965.
La suerte artística de Cowell ha sido eclipsada por las brillantes carreras de Charles Ives y John Cage, con quienes Cowell estuvo intimamente ligado. La talla de Cowell como precursor queda todavía por ser claramente definida. Su extensa obra sigue siendo poco conocida: mas de una docena de sinfonías, obras para orquesta y coro, música de cámara para varias formaciones, con inclusión del „ritmicón“, invención suya, más una extensa cantidad de obras para voz y piano y para piano solo, que son las
obras que mejor se conocen. Una posible razón de la poca difusión póstuma de la obra de Cowell puede haber sido el hecho que Sidney Cowell, su esposa, deseando protegerle, limitó radicalmente al público el uso de los extensos archivos del compositor. La situación ha cambiado: a partir del año 2000 se los han abierto al acceso de todos en la Biblioteca Pública de New York. La personalidad y obra de Cowell es pues ahora de dominio público. Esperemos que se inicie ahora un nuevo capítulo de la comprensión de su destino artístico.
Una de mis experiencias más vívidas de de aquel curso de verano fue el de conocer a Anton Webern a través de Henry Cowell. En repetidas sesiones nos habló éste de sus varias experiencias con el compositor austríaco. A nuestra creciente curiosidad respondió siempre con información valiosa, con respeto, casi con unción. Así comencé a conocer la música y personalidad de Webern, que tendría tanta importancia en mi formación posterior. Difícil de concebir personalidades más opuestas que las de Cowell y Webern.
Mucha de mi música a partir de los años ochenta puede ser calificada como „espectral“. En mis composiciones „Intensidad y Altura“ y „La Noche Cíclica“ (que acaba de ser publicada en disco compacto en el Ecuador, en una versión del grupo alemán SurPlus) genero ritmos a través de proporciones derivadas de la serie de armónicos. Ambas técnicas fueron ya vislumbradas en el texto de Cowell „New Musical Resources“, texto que, por cierto, recién ahora acabo de leerlo en detalle.
Sirva esta semblanza para rendir homenaje a Cowell, el tigre que nunca debió ser domado.
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